jueves, 23 de octubre de 2008

Return to Inocence





Era como un susurro esperanzador. Una brisa de aire fresco, al fin y al cabo. Era la primera vez en años que le pasaba algo así. Que notaba ese hormigueo en la tripa. Fue todo muy rápido. Así como escuchó su móvil sonar, se fue al baño a retocarse. Sonreía. Bajó corriendo. Y él ya la buscaba. Se adentró entre las estanterías para tomar aire antes de levantar la cabeza. No le dio tiempo. Él estaba detrás. Y entre el rubio de su pelo descubrió el azul de sus ojos. Y entre sus brazos descubrió la dulzura de su sonrisa. Su voz. Su temple. Su carcajada limpia. Y se enamoró. Como una niña pequeña. Con una venda en los ojos. Se ilusionó. Creyó que esta vez sería diferente. Que podría liberarse y ser ella misma. Sentirse bella. Volvió a casa sumida en una duda. La alegría se mezclaba con la incertidumbre. Recordaba las palabras que él le había enseñado. Tak. Le daba vueltas a todo. Al fin y al cabo, quería ser precavida. Tenía miedo. Quizá, pensaba ella, nunca le fuesen a salir las cosas bien. Esa tarde soplaban aires nórdicos. Y le congelaron el alma.


Foto: Faro de San Ciprián (Lugo)

jueves, 9 de octubre de 2008

The never ending story


Casi nunca se equivoca. Da pasos firmes y se siente segura. Se siente capaz. Hasta que él aparece. Es su mayor miedo. Su delirio. Y su traición. Puede notar como sus piernas empiezan a temblar y como sus pasos son cada vez más cortos. Más inseguros. De camino al coche no termina de convencerse de que no debe preocuparse por nada. Al fin y al cabo, ¿qué importa? Todo será como siempre. La misma conversación de siempre. La misma discusión de siempre. La misma carcajada de siempre. Sonarán las canciones de siempre. Calor. Nos fumaremos el mismo el cigarro de siempre. Y acabaremos como siempre. Frío. Ella se va pensativa. Caminando. Esta vez más segura. Más capaz. Aunque por dentro sigue ese pesar. Ese qué se yo. No saber si ha hecho bien o mal. No poder estar triste. No poder estar feliz. Sintiéndose cada vez más pequeña. Como si nadie la viese. Como si nadie pudiese ver lo que estaba pasando en su interior. Ese conflicto consigo misma. Él. Esa dulce tortura. Sabía que debía pararlo. Esa noche hacía más frío que nunca. Esa noche se equivocó.


Foto: Castillo de San Antón (A Coruña) Cualquier día de cualquier mes de cualquier año 2005- ...

lunes, 6 de octubre de 2008

She used to rule the world...


La separaban a penas unos metros. Estática. No sabía qué hacer. Toda una vida siguiendo un plan ¿y ahora qué? Ahora nada. La mirada perdida. El cielo en los ojos. Ella sólo veía nubes. Era demasiado joven para tomar las riendas de su vida. Las riendas de la vida. Esa vida que siempre había soñado. Lástima. Ella sabía que nada iba a ser como había querido. Porque nunca había querido nada. No sabía por donde empezar a contar. Un peldaño. Dos peldaños. Tres peldaños. Cuatro peldaños. Al suelo. Y vuelta a empezar. Se perdía en sí misma. No podía entenderse. No sabía entender lo que más anhelaba. Romper. Sentir el crujido de la hoja al quebrarse. Todo lo que desde pequeña había soñado se derrumba. Es ilusa. Sueña y se esperanza con algo mejor. La responsabilidad llama a su puerta. Siempre fue sensata. Ella quería comerse el mundo. La separaban a penas unos metros. Y el mundo se la comió a ella.

Foto: Paseo dos namorados - Cervo (Lugo)